Al terminar de empacar lo último de mis cosas y mudar mis cajas a almacenamiento y maletas a mi coche, me sentí muy consciente a que estaba por marcharme de Denver, CO. Mis amigos y yo habíamos charlado acerca de mi año en España en tantas ocasiones que me había despedido muchas veces estos últimos meses. Desde hace tiempo tenía presente que me iba a ir de Denver unas semanas antes de mi viaje a Logroño para poder pasar tiempo con mi familia en Dallas, TX. Sin embargo, lo había puesto firmemente fuera de mis pensamientos y me las arreglé para pasar por alto el hecho de que, al terminar de empacar lo último de mis cosas, no regresaría a Denver por algún tiempo y que partiría a una aventura que me colocaría en un constante estado de transición.
Ha sido difícil decirle adiós a tantos recuerdos y a mi rutina – reuniones con familia o amigos, domingos de almuerzos bastante animados, excursiones para escalar montañas y mis clases de boxeo con amigos incitantes. Había formado muchas buenas amistades, conocido a una nueva parte de mi familia y completado más retos de los que podría imaginar. El 1º de agosto completé mi segundo medio maratón – ¡y a 2286 metros arriba del nivel del mar! Y aunque mentalmente y físicamente difícil, había logrado desprenderme algunos momentos de mi enfoque en correr para apreciar las impresionante vistas de las montanas Rocky que me rodeaban y aun terminar bajo mi tiempo objetivo. A lo largo de la carrera, pensaba en mi familia, amigos e instructores de gimnasia que me habían motivado a inscribirme y echarle ganas. No hubiera podido terminar sin sus consejos y palabras de motivación. Todas aquellas palabras me empujaban a seguir corriendo a través de cada milla. Por fin había empezado a desarrollar aquellas características que siempre admiraba en otra gente y a desenvolverme para tener valor de estar fuera de mi zona de seguridad. Me había sentido tan tranquila en Denver que este nuevo viaje se me hacia un poco desalentador. A pesar del miedo, me siento respaldada por todas las reacciones positivas de mis amigos y familia – sus buenos deseos y apoyo.

Yummy red velvet cake my friends got me. It looked so good that I forgot to snap a picture until after we started eating it.
Delicioso pastel que mis amigos me trajeron antes de mi viaje. Estaba tan rico que no pensé en tomar una foto hasta después de que empezamos a comer.
Desde la seguridad de mis rutinas se me es difícil vivir en el momento y tener momentos de espontaneidad. Algo cambia cuando viajo, ya sea durante largas vacaciones, viajes de trabajo o simplemente unos días de fin de semana, al momento de dejar mi rutina, no me siento limitada por mis hábitos. Siento que puedo disfrutar, hacer algo atípico y realmente apreciar los días u horas que tengo dedicados al viaje. Me doy cuente que vivo en el momento – al menos por un corto tiempo. He pasado mucho tiempo en viajes estos últimos años y lentamente he aprendido a acceder a la transición y el cambio. Espero que sea suficiente para mantenerme fortalecida este próximo año en España.
Un mes antes de partir de Denver, fui motivada para pasar una hermosa (y absurdamente temprana) madrugada meditando mientras veía el sol salir en un anfiteatro llamado Red Rocks en Denver. Esa mañana, al ver el sol ubicarse más alto y sentir los rayos más radiantes, no pude evitar sentirme triste que no había tomado tiempo para hacer eso antes en Denver (o en cualquier otro lugar). Incitada por esto, logre ver dos más amaneceres en Denver, mirar la apuesta del sol mientras descendía la cima de la montana Pikes Peak, y, en días recientes, tomar unos momentos para apreciar la salida del sol sobre el horizonte de Dallas mientras corría por la mañana. Es bastante difícil levantarme tan temprano por la mañana (pero sumamente necesario si deseas correr durante el verano en Dallas y no te agrada la idea de deshidratación), pero los paisajes y la claridad de mi mente lo han valido la pena. Sé que tengo numerosas meditaciones durante los amaneceres y apuestas de sol en este próximo año.



Estoy bastante agradecida por estas últimas tres semanas en Texas – en Dallas con toda mi familia y los dos días que pase en Houston con buenos amigos. Sé que extrañare a toda mi familia un montón pero estoy muy alegre por esos días juntos. Este tiempo intermediario me ha dado tiempo para reflejar y recordarme que la persona que soy hoy ha sido formada por innumerable momentos, tanos buenos como malos, y que no lo cambiaría jamás. Al volver a empacar mis cosas para mi viaje (rezo que no se me olvide algo importante), me aseguro de incluir unas fotos, retratos de unos momentos en el tiempo, para recordarme que disfrute de todo lo que esta transición brinde. Hay poco que pueda hacer para prepararme para este próximo año pero estoy emocionada y lista para descubrir como viviré cada momento.
